SEXTO AURELIO PROPERCIO (47 A.C. A 15 A.C)
Elegías completas, Propercio, Alianza, 1987 (Trad. Hugo Francisco Bauzá)
LIBRO SEGUNDO (29b)
Era el alba y quise ver si ella descansaba sola
y Cintia estaba sola en su lecho.
Me quedé atónito; nunca me pareció más hermosa,
ni siquiera cuando se vistió con purpúrea túnica
e iba entonces a referir sus sueños a la casta Vesta
a fin de que ni a ella ni a mí fueran dañinos:
tal me pareció, recién liberada del sueño.
¡Ah, cuánto vale por sí misma la resplandeciente belleza!
“¿Qué haces tú, me dijo, que a la mañana espías a tu amiga?
¿Crees que tengo costumbres semejantes a las tuyas?
No soy tan frívola: bastante me será haber conocido a un amante
tú u otro que pueda ser más sincero.
No hay ningún vestigio de que mi lecho haya estado revuelto
ni señales de que sean dos los que yacieron en él dando vueltas.
Mira cómo en todo mi cuerpo no surge ningún vestigio
evidente de haber cometido adulterio.”
Así se expresó y rechazando mis besos con su diestra
se irguió introduciendo su pie en la delicada sandalia.
De ese modo yo, custodio de un amor tan casto, fui rechazado:
desde entonces no tuve ninguna noche feliz.
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